Ante las presiones de Estados Unidos para la importación de maíz transgénico en México, en días pasados se publicó un nuevo decreto para la entrada de este grano genéticamente modificado.
Es preciso señalar que el decreto establece un periodo paulatino para la prohibición total del glifosato, herbicida más utilizado en el mundo, hasta el 31 de marzo del 2024.
México es el principal cliente de Estados Unidos de maíz genéticamente modificado o maíz amarillo, debido a que la producción local no basta para satisfacer la demanda del sector pecuario y la industria.
En promedio, nuestro país importa anualmente alrededor de 17.5 millones de toneladas de maíz amarillo, tan solo el año pasado México adquirió más de 15 millones de toneladas.
Si bien México tiene el derecho soberano de decidir qué productos se permiten en su territorio, la prohibición de maíz transgénico puede ser vista por algunos como una barrera al comercio.
En consecuencia, es posible que los productores de maíz de Estados Unidos busquen alternativas a los mercados mexicanos, lo que podría afectar el comercio entre los tres países del T-MEC.
El gobierno mexicano ha sostenido que la prohibición se debe a preocupaciones de salud y medio ambiente.
Incluso la secretaría de Economía, Raquel Buenrostro y autoridades de COFEPRIS, se reunieron con legisladores estadounidenses para dialogar sobre la integración económica de Norteamérica y el T-MEC.
Hasta donde se sabe, reiteró que lo referente a la autorización del maíz transgénico se hará con bases científicas y certeza jurídica.
En el nuevo decreto queda de manifiesto que no se detendrán las importaciones de maíz transgénico para uso industrial y sector pecuario.
Pero sí queda la prohibición para que ese maíz que entre a México no se utilice en la cadena alimentaria.
La cuestión es que eso sigue siendo violatorio del tratado, ya que no existe argumento para imponer ninguna restricción.
Al menos hasta ahora no se ha presentado la evidencia científica que Estados Unidos reclama desde 2020, con la anterior versión de dicho tratado.
La relevancia del hecho, además de lo obvio que es para la relación comercial con Estados Unidos, son factores económicos internos, como la creciente inflación de la canasta alimentaria básica.
En México no estamos para imponer barreras al comercio exterior, ya sea el sector agrícola, como es este caso, o en otras industrias y mucho menos con nuestros más importantes socios comerciales.
En las próximas semanas veremos más reuniones para aclarar los puntos que no convengan a Estados Unidos, y en plazos establecidos puede solicitar consultas bajo el mecanismo de solución de controversias del T-MEC.
Posteriormente a un panel arbitral, lo que sería catastrófico en términos de la relación comercial y significa multas millonarias para México si se pierde ese panel.
-Efrén Tinoco, Director General de Supply Chain de México